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El Ejecutivo
valora qué funcionarios pueden asumir mejor la gestión
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Si no se
logra el acuerdo antes de junio, Justicia podría imponer la solución
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Cómo reformar
el registro civil sin gastar dinero ni enfadar a nadie
El
funcionamiento del Registro Civil no gusta a casi nadie. Ni a los dos grandes
partidos políticos, ya que PSOE y PP pactaron su reforma en 2011; ni a los
ciudadanos, que se quejan de largas esperas y múltiples ineficiencias; ni
siquiera a los 4.500 trabajadores encargados de su gestión, que lamentan su
saturación y la falta de medios con la que lidian a diario.
Pues bien, ese acuerdo político se plasmó en una
reforma legal que concluyó entonces que el registro debía reformarse, ya que no
era de recibo que solo en los expedientes de nacionalidad se acumularan años de
retrasos. Sin embargo, esa nueva ley establecía al mismo tiempo lo que se
denomina una vacatio legis de tres años, que no es otra cosa que dicho periodo
para su entrada en vigor. Ese plazo expira el próximo mes de julio, por lo que
el Ministerio de Justicia apenas tiene hasta junio, unas nueve semanas, para
dar con la solución a un problema que amenaza con convertirse en otra fuente de
conflicto con los funcionarios y empleados públicos dependientes del
departamento que dirige Alberto Ruiz-Gallardón.
De las conversaciones que representantes de Justicia
han mantenido hasta ahora con distintos cuerpos de la administración, parece
que está claro qué se quiere hacer, pero no tanto con quién. El Gobierno quiere
llegar a una solución de consenso, pero lo cierto es que después del
desencuentro protagonizado con los registradores de la propiedad (que fueron
quienes más cerca estuvieron de asumir la llevanza del Registro) se aleja esa
posibilidad.
El objetivo del Gobierno es desjudicializar la gestión
del Registro Civil, liberando de esta forma personal de los juzgados que en la
actualidad desempeña algunos trabajos propios de este organismo. Fuentes de
Justicia admiten que se lograría un doble objetivo: modernizar el servicio del
Registro y descongestionar los juzgados. Si no hay acuerdo con ninguno de los
colectivos que se han barajado hasta el momento como idóneos para asumir esta
competencia (registradores, notarios, secretarios judiciales e incluso algunos
funcionarios del ámbito municipal), Justicia podría otorgar la llevanza del
Registro Civil por decreto a uno de ellos, sin necesidad de que exista acuerdo
previo.
Sin embargo, la intención es agotar ese plazo
disponible. ¿Por qué no ha sido posible hasta ahora el pacto? El Ejecutivo
siempre advirtió que existían dos líneas rojas que no debían traspasarse: la
reforma no podía suponer que el ciudadano pasara a pagar por servicios que
ahora eran gratuitos y la nueva gestión del registro no supondría pérdida de
empleo público.
Tal y como confirman a CincoDías fuentes conocedoras
de las negociaciones, en el segundo aspecto nunca hubo problemas, ya que estaba
previsto que se hiciera cierto trasvase de parte de esos 4.500 funcionarios que
en la actualidad gestionan el Registro al colectivo que finalmente asumiera el
control del servicio. Sin embargo, a la hora de abordar el coste del proyecto,
las discrepancias con los registradores de la propiedad se han probado, hasta
ahora, insalvables.
Desde Justicia argumentan que este colectivo dispone
de los medios humanos y técnicos (soportes informáticos) para poder asumir la
gestión del Registro Civil y defienden que igual que el resto de empleados
públicos ha hecho sacrificios, ellos los tendrán que hacer. “Con la mayor
eficiencia que van a conseguir, ahorrarán costes y, por tanto, obtendrán un
beneficio”, argumentan fuentes del Departamento de Ruiz-Gallardón.
Por su parte, fuentes de los registradores siempre
mantuvieron clara su postura: “nosotros no nos hemos negado a asumir la
gestión, entre otras cosas porque no podemos y acataremos la decisión final,
sea cual sea”. “Solo hemos planteado la necesidad de que para hacer el nuevo
servicio económicamente sostenible es necesario empezar a cobrar por aquellos
documentos que no son obligatorios, como la inscripción del régimen económico
de los matrimonios, un cambio de nombre o incluso la nacionalidad”, añaden las
mismas fuentes.
Así, los certificados de nacimiento y defunción y
todos aquellos considerados obligatorios para la tramitación de determinados
documentos (el 85% de la actividad), como el DNI, seguirían sin costar nada al
usuario, sostienen desde los registradores.
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